Hacia el principio
Unido al extremo infinito de aquella eterna alma que rondaba el umbral
Engarzado a su existir, paciente a las exalaciones de agonicos suspiros
Y las dulces notas que emanaban como sangre solo para oxidarse en el oilvido del interminable marchar del tiempo
y asi unido, engarzado, poder romper con martillos de acero las grandes ataduras inexistentes de mi ser acaecido en lamentos profundos de colores purpuras, danzando en maquiavelico compas ensallando el preambulo de mi muerte.
.
