Vivat la résistance!
Corriamos apurados esa noche por las calzadas del centro, fue cuando nos encontramos a fernando, que ahora semejaba ser mas un pedaso de carne, estaba marcado. Entre sus apretujadas y mortesinas mandibulas, estaba un pequeño papel con la Cruz y la Y, sus lagrimas eran rojas como la cantera y su exprecion era mas triste que la del cielo que lo veia morir, apenas tocaba suelo la bengala, y su estela verdosa pronto atraeria a los "Inquisidores celestiales", rapidamente tomamos algo del buen fernando, y nos dispersamos Arturo y yo por las callejuelas que daban hacie el mercado de plateria. Las sirenas se veian desde lejos, la gente se presipitaba a tomar refugio, cargue mi rifle mire hacia mi espalda, tome mis cigarillos y ofreci el ultimo a arturo, quien cordialmente lo acepto, tomo la vetusta mecha en sus manos, la prendio y con todas sus fuerzas arrojo el envase, el cual pronto desataria el regalo de prometeo.
corrimos sin vacilar, doblamos a la izquierda, y nos escondimos entre el umbral de un viejo teatro, la propaganda matizaba la fria oscuridad que nos rodeaba, arturo tomo el radio y convoco la retirada, de nuevo estubimos corriendo entre, la muchedumbre, esuchando lejanas batallas, ya se veia el punto de reunion muy cerca cuando en la inmensidad del firmamento la estela verde chorreaba fulgurantemente su llamado,
-vete ya arturo, yo ire-
Arturo asintio tomo mi rifle, y prosiguio su marcha, cambie un poco mi atuendo deje el pañuelo rojoamarela escondido, cubri mis botas, y corri rapido pero cauteloso hacia la señal, las calles yacian vacias, y solo el aullido de las sirenas se escuchaba en rededor, rapido al dar vuelta en la esquina pude observar un monticulo de cuerpos tendidos en la calle, y a lo lejos un camarada que se acercaba al monton, apenas sus pies se arrodillaban para alludar, y el relampago lastimero, lo hiso sucumbir, note en una de las ventanas un destello, no del disparo si no de una sonrisa perlina, tome la granada de mochila y la arroje sobre la ventana, el estruendo fue muy corto, presto me dirigi hacia los heridos, entre la alfombra carmesi, una mano retorcida se erguia sobre los cuerpos, esta sostenia una teñida hoja de carton, la tome, y corri hacia el punto de reunion, en medio de mi cruzada, me tomo en sus tentadores brasos la duda, tome el carton, y mis ojos lloraron rapidamente, habiamos ganado, la guerra terminaria, solo reductos se oponian en el horizonte, arroje mi cuchillo al suelo, vitorie y observe como un destello familiar, me postraba ahi en la calle, y ahora entre la lucides y la somnolencia veo al espectral halo verdusco, elevandose hacia el firmamento.
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